El santuario etnobiológico promueve la preservación de especies endémicas
En el norte de la ciudad de Mérida resiste un santuario etnobiológico que tiene como misión preservar especies endémicas dentro del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) y que funciona como un oasis en medio del abrupto crecimiento urbano.
El Jardín Botánico Regional Roger Orellana (JBR-RO) fue fundado en 1983. Tiene ya más de 40 años de existencia, y alberga alrededor de 700 especies dentro de sus 2.6 hectáreas de terreno.
El JBR-RO es hasta ahora la mayor colección de la flora nativa de Yucatán y es uno de los tres jardines etnobiológicos del sur sureste de México, entre los que se incluye el Jardín Etnobiológico San Felipe Bacalar y el Jardín Etnobiológico de las Selvas del Soconusco.
Las especies que se encuentran en el jardín incluyen 20 colecciones vivas. El circuito se divide en cuatro áreas específicas: plantas comestibles del solar maya, árboles frutales nativos, plantas medicinales y abejas del Mayab.
Entre las especies más conocidos por el consumo humano se destacan el de zapote negro, capulín, kanisté, y mamey. En la parte de la flora medicinal las variedades incluyen el tulipán de monte, la vicaria, la hierba mora y la falsa árnica.
También hay cinco especies de abejas nativas, entre las que destacan la Xunán kab (Melipona beecheii), la Kansak (Scaptotrigona pectoralis) y la Mehenbol (Nannotrigona paralimpoides).
En el recorrido se pueden apreciar especies de aves como el pájaro toh, el Luis bienteveo, o el zanate mayor. Los responsables de esta área han elaborado una guía de observación de aves, el jardín funciona como un refugio para estas especies.
Uno de los objetivos del jardín es contrarrestar la expansión urbana y el desarrollo, permitiendo un espacio de convivencia para las especies nativas. Lucha que ha resultado compleja respecto a la ubicación del mismo, en una de las zonas más conurbadas de la ciudad.
“La idea original del jardín era que hubiera una asociación biológica y que las especies fueran llegando a través de un intercambio natural, por medio de las aves, por ejemplo. Lo que sucede es que esa asociación no se está dando. La ciudad se ha expandido muy rápido y se han tenido que introducir algunas especies de forma manual”, comenta Daniela Toro, guía del jardín.
Dentro de este circuito también se llega a un área de plantas acuáticas, un estanque con la presencia de nenúfares y rodeado de mangle. Árboles como el chacá o la ceiba, sagrada para los mayas, son ejemplares de los más representativos.
Para la conservación de especies nativas, el jardín tiene un vivero que permite la compra de ejemplares como la ceiba, el kanisté o el maculí.
El costo del recorrido por el Jardín Etnobiológico es de 25 pesos, y está abierto de lunes a jueves de 9 de la mañana a 1 de la tarde. Su dirección es calle 43 nnúmero 130-x 32 y 34, en la colonia Chuburna de Hidalgo, Pinzón II.
Fuente: La Jornada Maya